En un blog como el de la Asociación, donde se habla principalmente de equipos de protección individual (EPI), se iba echando en falta una entrada como ésta. Iba siendo necesario dedicar una entrada entera a aclarar de una vez por todas qué es realmente un EPI.
Es necesario, porque todo aquel que haya trabajado alguna vez con EPI se enfrenta a una especie de paradoja, hecho que hemos constatado en la Asociación a lo largo de los años y después de haber orientado a cientos de usuarios en el proceso de selección y uso de EPI.
Así, podemos decir que existen dos tipos de usuarios básicos. Tenemos por un lado, a los usuarios que piensan que el EPI es la medida preventiva por defecto para atajar todos los riesgos. Este grupo de usuarios tiene la visión del EPI como una especie de super-equipo que puede hacer frente a todo tipo de riesgos y situaciones, como por ejemplo aquella persona que preguntaba qué EPI podía utilizar para protegerse en caso de que el disco de sierra que utilizaba para cortar bloques de piedra de grandes dimensiones saliese despedido durante su uso (huelga decir que ni siquiera una armadura de torneo del S. XVI podría poner freno a tamaña cantidad de energía cinética)
Por otro lado, están los usuarios que debido a que el EPI es la última medida preventiva a adoptar, según la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, menosprecian la capacidad protectora de los equipos, ubicándolos dentro del grupo de insumos industriales, y prácticamente pasando por alto su verdadero valor para el usuario.
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