Los millones de turistas que nos visitan cada año asocian nuestro país con un paraíso de sol y de calor que les sirve de alivio frente a las inclemencias metereológicas de sus lugares de procedencia. Nosotros, los indígenas, sabemos que en España también se pasa frío y se aguanta la lluvia.
Los trabajadores de determinados sectores, como los trabajadores agrícolas, los trabajadores de obra pública y la construcción, los trabajadores del sector alimentario, etc., conocen a la perfección lo que significa pasar frío en el trabajo.
Sin embargo, y de forma similar a lo que nos sucede con el trabajo al sol, el trabajar expuesto al frío invernal adolece de una percepción particular que nos hace valorar de forma incorrecta el riesgo que supone la exposición al frío (y la humedad) y por lo tanto, dificulta el uso de una protección correcta. Este error de percepción reside en que la exposición al frío y al calor es compartida en nuestra vida cotidiana, y por ello tendemos a buscar soluciones soluciones idénticas a las de nuestra vida cotidiana.
El frío y la humedad constituyen agentes que amenazan la salud y la seguridad de los trabajadores, y debe ser tratado como cualquier otro agente causante de riesgo: se debe evaluar la magnitud de la amenaza y se debe proporcionar una solución de protección proporcional al nivel de riesgos evaluado.
Evaluando en nivel de riesgo
El nivel de riesgo en lo relativo a la exposición al frío depende de cuatro factores fundamentales, que determinarán la magnitud de la amenaza. En la evaluación de riesgos se debe tener un conocimiento preciso de todos y cada uno de ellos en la tarea a realizar. Los factores a tener en cuenta son:
1.
Temperatura del aire: La temperatura ambiental medida por un termómetro.
2.
Velocidad del viento: Afecta de forma significativa a la capacidad de enfriamiento que el ambiente tiene sobre la piel del individuo. A mayor velocidad del viento, mayor capacidad de enfriamiento, y por tanto, mayor amenaza para una misma temperatura.
3.
Humedad relativa: Dado que el agua conduce el calor 25 veces más rápido que el aire, a mayor humedad presente, mayor disipación de calor.
4.
Actividad física: La actividad física aumenta la cantidad de calor producido por el cuerpo. Aunque es un factor difícil de medir, existen tablas en las que se indica la actividad física asociada a diversos tipos de acciones.
Con todos estos factores, se puede calcular el nivel de protección requerido para alcanzar el equilibrio térmico del individuo con el medio ambiente, teniendo en cuenta la capacidad de aislamiento de la vestimenta que use el trabajador. El nivel de protección que requiere la vestimenta del trabajador se denomina IREQ. La norma UNE-EN ISO 11079:2009 proporciona un método para la determinación e interpretación del estrés debido al frío empleando el IREQ.
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