Comprar EPI a través de Internet: el doble reto de la seguridad digital y laboral

 

Siempre resulta interesante oír cómo se refieren las personas nacidas con anterioridad a la década de los 90 a todas las tecnologías que basan su funcionamiento en el acceso de un modo u otro a la Red de Redes, el término que se repite una y otra vez es el consabido “Nuevas Tecnologías”, cuando la realidad que se impone con rotundidad (casi con crueldad para los que nacieron antes de esa década) es que el adjetivo “nuevas” se quedó viejo hace ya unos lustros.

Hoy en día, prácticamente todo el mundo lleva en su bolsillo un dispositivo que le permite ...

 

Siempre resulta interesante oír cómo se refieren las personas nacidas con anterioridad a la década de los 90 a todas las tecnologías que basan su funcionamiento en el acceso de un modo u otro a la Red de Redes, el término que se repite una y otra vez es el consabido “Nuevas Tecnologías”, cuando la realidad que se impone con rotundidad (casi con crueldad para los que nacieron antes de esa década) es que el adjetivo “nuevas” se quedó viejo hace ya unos lustros.

Hoy en día, prácticamente todo el mundo lleva en su bolsillo un dispositivo que le permite acceder a una cantidad tan ingente de información, productos y servicios, y que nadie podía imaginar hace sólo quince años. Esta pequeña puerta que nos da acceso a todo el planeta, ha hecho que el mundo se haga más pequeño, y por ello, nuestros hábitos de vida están cambiando a una velocidad tal, que a veces seguimos denominando “nuevas” a aquellas tecnologías que tornarán casi tan arcaicas como el telégrafo antes de que hayamos tenido tiempo de terminar de retirarle todo el envoltorio.

Y es que como bien decían nuestros abuelos, (y seguro que también los abuelos de nuestros abuelos), en el mundo moderno todo va muy deprisa. Y si todo va tan rápido que casi no tenemos tiempo ni para rascarnos la cabeza, ¿a ver quién saca tiempo para hacer la compra o prepararse unos huevos fritos para cenar? Pero para que no cunda el pánico, en esa puerta al mundo, también tenemos una auténtica legión de escaparates que nos permite comprarnos el par de pantalones que necesitábamos mientras apuramos los últimos minutos del día antes de dormir, o que mientras que subimos en el ascensor, encargamos la cena, y antes de que nos hayamos puesto el pijama, el repartidor nos la trae aún caliente a casa. Además, la posibilidad de elección en cuanto a productos y servicios que nos da el comercio electrónico, es tan grande que en un par de pasos, puedes adquirir productos que te envían a casa desde la otra parte del mundo.

Por todas estas razones, el comercio electrónico ha mantenido tasas de crecimiento de dos dígitos desde hace años, y las perspectivas es que este ritmo de crecimiento prosiga durante muchos años más. Según datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la cifra de negocio del comercio electrónico en España durante 2016 alcanzó los 24.185 millones de euros, un 20,8% más que durante 2015. En nuestro país, las ventas electrónicas están encabezadas por el sector turístico, con un 10, 7% de las ventas, seguido de las ventas de productos del sector de las líneas aéreas (9,3%), quedando en tercer lugar el comercio del sector textil, con un 7,2 % de las ventas totales.

 

La Comisión Europea cree firmemente en que el desarrollo de este mercado digital es una de las áreas de crecimiento con un futuro más prometedor, pero también una de las que más retos plantea, de ahí el esfuerzo que está realizando desde el punto de vista de un desarrollo normativo que permita al usuario acceder a una amplia gama de productos garantizando la calidad, seguridad, trazabilidad y autenticidad de los productos.

 

El comercio digital de los EPI

 

El aspecto de la seguridad de los productos es un factor crítico aplicable a todos los tipos de productos en cualquier canal de comercialización, pero en un entorno digital, donde no podemos ver físicamente el producto o hacer una inspección visual del mismo, el desarrollo de un marco normativo que proteja a los consumidores en este y otros sentidos es absolutamente fundamental. En efecto, estamos habituados y damos por supuesto que los productos a los que podemos acceder son seguros para su uso, dando por sentado que alguien ha debido preocuparse debidamente de que en el mercado sólo se pongan productos seguros. Estos conceptos son especialmente críticos en determinados tipos de artículos, como pueden ser los Equipos de Protección Individual (EPI), los cuales, además de ser intrínsecamente seguros, deben ofrecer un nivel de protección adecuado para los riesgos que el fabricante prevé durante la fase de diseño del EPI.

 

En este sector, y pese a que no se disponen de datos desglosados de ventas de EPI a través de internet, una consulta rápida a los portales de comercio electrónico más populares nos puede ayudar a hacernos una idea de lo rápido que está creciendo este canal de comercialización para los equipos de protección individual. La oferta abarca a casi cualquier tipo de producto, desde tapones auditivos a equipos destinados a la protección contra caídas de altura. Por todo ello, no es de extrañar que el nuevo Reglamento (UE) 2016/425 mencione específicamente que se aplica a toda forma de suministro, incluida la venta a distancia, dentro de la cual se engloba el comercio electrónico. De esta forma, el nivel de seguridad y protección al consumidor y usuario que caracteriza a toda la legislación de la Unión Europea, se menciona específicamente en la nueva reglamentación aplicable a los EPI, pero ¿cómo aplica este nivel de protección al caso particular de los EPI que se comercializan a través de internet?

 

En este sentido, el marco legislativo de la Unión Europea considera desde el momento en el que una empresa pone en su página web un producto y lo ofrece para la venta a través de internet su puesta en el mercado, siempre y cuando las ventas estén dirigidas específicamente a los consumidores y otros usuarios finales en la UE. Por consiguiente, en el momento en que una empresa ponga un EPI en su página web, le serán de aplicación todas las obligaciones que le correspondan, según el papel que desempeñe dentro de la cadena de suministro del EPI, de forma idéntica a cuando ofrece ese mismo EPI para la venta a través de los canales de comercialización tradicionales.

 

El nivel de protección general al que tienen derecho los consumidores de la UE, se hace particularmente crítico cuando hablamos de elementos de seguridad como los EPI, equipos que están diseñados con el único fin de actuar como última barrera de defensa a interponerse entre la salud y seguridad del usuario y los riesgos que el fabricante ha tenido en cuenta a la hora de diseñar el EPI. Por lo tanto, un usuario que adquiere un EPI a través de internet, debe contar con las mismas garantías de las que dispondría haciendo la compra a través de canales de comercialización convencionales.