La necesidad de que el EPI se adapte a la “morfología del usuario por todos los medios adecuados” es uno de los puntos esenciales que se recoge en el Reglamento (UE) 2016/425, que regula las condiciones de salud y seguridad que deben cumplir los EPI. Y es que hay pocas cosas que se relacionan tan estrechamente con una persona, literalmente, como ese equipo que servirá de escudo entre el riesgo y tú.
Las normas que seguimos para que los EPI cumplan con los requisitos del Reglamento establecen metodologías para que el EPI se adapte a la morfología de la persona; incluso entre las empresas más veteranas y profesionales, como las que integran ASEPAL, queda recorrido para lograr que todos los equipos se adapten fácilmente a las características anatómicas y necesidades de las mujeres trabajadoras. Sin ir más lejos, todos vimos durante la pandemia imágenes del personal sanitario (principalmente femenino) con mascarillas demasiado grandes o que no disponían de medios adecuados para ajustarse debidamente, a pesar de que su eficacia depende de un ajuste estrecho a la cara.
El 60% de las mujeres que trabajan fuera de casa, se concentran en sectores como la atención médica, el comercio minorista, la educación, la administración pública, las actividades comerciales y los hoteles/restaurantes
La Agencia Europea de Salud y Seguridad en el Trabajo señala hoy, 8 de marzo, que existe una marcada segregación horizontal en el mercado laboral, donde hombres y mujeres tienden a concentrarse en diferentes sectores ocupacionales y realizan diferentes tipos de trabajos. Así, las mujeres se distribuyen de manera menos uniforme entre los sectores ocupacionales que los hombres.
El 60% de las mujeres que trabajan fuera de casa se concentran en sectores como la atención médica, el comercio minorista, la educación, la administración pública, las actividades comerciales y los hoteles o restaurantes y esta tendencia parece estar empeorando con el tiempo.
La concentración de la población trabajadora femenina en estos sectores junto con una exposición importante, por ejemplo, a sustancias químicas que se usan en sectores como el agrícola nos ponen de manifiesto que la mejora en las posibilidades que nos ofrezca el mercado para adaptar los EPI a las trabajadoras es muy necesaria.
Una de las principales razones por las que es importante que los EPI se adapten a las mujeres es que las diferencias de género en cuanto a la anatomía, el tamaño y la forma del cuerpo pueden afectar a la eficacia de los equipos de protección. Por ejemplo, es habitual que algunas mujeres tengan una cabeza más pequeña que los hombres, lo que puede influir, pongamos por ejemplo, en que una gafa de protección que se ajusta bien a un hombre no lo haga para una mujer. Además, las mujeres suelen tener una anatomía diferente a la de los hombres en la zona de la cadera y la pelvis, lo que puede afectar lel confort y la eficacia de elementos como los arneses anticaídas.
La adaptación del EPI a la anatomía de las mujeres resulta aún más crítica en EPI que requieren un ajuste estrecho a la cara, como las mascarillas autofiltrantes y otros equipos de protección respiratoria. También tenemos los ejemplos de los arneses anticaídas, cuyas bandas de sujeción pasan por encima del pecho.
Cada año aparecen soluciones para estos sectores y se recurre a ellas cada vez más a menudo. En el caso de la protección respiratoria, la realización sistemática de pruebas de ajuste, cuantitativas o cualitativas, sobre todas las personas que deban utilizar protección respiratoria, nos permitirá comprobar si el modelo que hemos seleccionado ofrecerá una protección eficaz al impedir el paso de contaminantes entre la cara y el EPI. En el caso de los arneses, hay pocos modelos con un patronaje específico que se adapte al busto femenino, pero cada vez son más frecuentes en los catálogos de los fabricantes y distribuidores.
Es de vital importancia tener presente que, si un EPI no se adapta a la fisionomía de la persona que lo va a llevar, por un lado, posiblemente no ofrezca el nivel de protección previsto, y por otro lado, la incomodidad a la que estará expuesta la persona que lo lleva puede llevarla a que no lo utilice, quedando totalmente expuesta al riesgo del que debería protegerla.
De forma adicional a todo esto, recordemos que, el Real Decreto 773/1997 sobre utilización de EPI por parte de los trabajadores, establece en su artículo 5 la necesidad de tener en cuenta las “condiciones anatómicas y fisiológicas” de las personas trabajadoras a la hora de seleccionar un EPI. En este sentido, y como venimos defendiendo desde ASEPAL, el establecimiento de programas sistemáticos para la adquisición y gestión de EPI en las organizaciones que pongan un foco especial en que el EPI se adapte a la persona que lo lleva también incidirá muy positivamente en la mejora de las condiciones de salud de las mujeres trabajadoras, especialmente, en los sectores en los que constituyen una mayoría.
Recordemos siempre que la finalidad última del EPI es adaptarse al usuario o usuaria para cubrir y proteger las partes del cuerpo expuestas al peligro. Por ello, es muy importante tomar en consideración todos estos factores de los que hemos estado hablando en esta entrada a la hora de realizar la selección del EPI. De esta forma, el grado de protección y el confort que brindaremos a las mujeres trabajadoras que necesitan utilizar un EPI redundará en su salud, seguridad y bienestar.
(contorno de pecho, altura, etc.) facilita la selección del EPI que se adapte a las características de las personas que llevarán las prendas. Además, ya hay fabricantes que ofrecen servicios de medida de las dimensiones de las personas que llevarán las prendas, para adaptar todo lo posible el vestuario a las dimensiones de las personas. En el sector del calzado hay fabricantes que ofrecen hormas adaptadas a las particularidades del pie femenino.
Una de las principales razones por las que es importante que el EPI se adapte a las mujeres es que las diferencias de género en cuanto a la anatomía, el tamaño y la forma del cuerpo pueden afectar a la eficacia de los equipos de protección
La adaptación del EPI a la anatomía de las mujeres resulta aún más crítica en EPI que requieren un ajuste estrecho a la cara, como las mascarillas autofiltrantes y otros equipos de protección respiratoria. También tenemos los ejemplos de los arneses anticaídas, cuyas bandas de sujeción pasan por encima del pecho.
Cada año aparecen soluciones para estos sectores y se recurre a ellas cada vez más a menudo. En el caso de la protección respiratoria, la realización sistemática de pruebas de ajuste, cuantitativas o cualitativas, sobre todas las personas que deban utilizar protección respiratoria, nos permitirá comprobar si el modelo que hemos seleccionado ofrecerá una protección eficaz al impedir el paso de contaminantes entre la cara y el EPI. En el caso de los arneses, hay pocos modelos con un patronaje específico que se adapte al busto femenino, pero cada vez son más frecuentes en los catálogos de los fabricantes y distribuidores.
Es de vital importancia tener presente que, si un EPI no se adapta a la fisionomía de la persona que lo va a llevar, por un lado, posiblemente no ofrezca el nivel de protección previsto, y por otro lado, la incomodidad a la que estará expuesta la persona que lo lleva puede llevarla a que no lo utilice, quedando totalmente expuesta al riesgo del que debería protegerla.
De forma adicional a todo esto, recordemos que, el Real Decreto 773/1997 sobre utilización de EPI por parte de los trabajadores, establece en su artículo 5 la necesidad de tener en cuenta las “condiciones anatómicas y fisiológicas” de las personas trabajadoras a la hora de seleccionar un EPI. En este sentido, y como venimos defendiendo desde ASEPAL, el establecimiento de programas sistemáticos para la adquisición y gestión de EPI en las organizaciones que pongan un foco especial en que el EPI se adapte a la persona que lo lleva también incidirá muy positivamente en la mejora de las condiciones de salud de las mujeres trabajadoras, especialmente, en los sectores en los que constituyen una mayoría.
Recordemos siempre que la finalidad última del EPI es adaptarse al usuario o usuaria para cubrir y proteger las partes del cuerpo expuestas al peligro. Por ello, es muy importante tomar en consideración todos estos factores de los que hemos estado hablando en esta entrada a la hora de realizar la selección del EPI. De esta forma, el grado de protección y el confort que brindaremos a las mujeres trabajadoras que necesitan utilizar un EPI redundará en su salud, seguridad y bienestar.