Todos asumimos que las altas temperaturas asociadas al verano son algo propio de nuestro país. Es algo natural y, como tal, se asume con más o menos resignación. Sin embargo, no existe una plena concienciación de que estos factores pueden constituir unas fuentes de riesgo que ponen en peligro la salud de los trabajadores en el corto y en el medio plazo, hasta tale extremos que pueden tener consecuencias fatales.
En esta entrada del blog, trataremos muy brevemente acerca de los principales riesgos que supone trabajar bajo los efectos del sol y del calor propios del verano en España, y veremos en qué medida los Equipos de Protección Individual (EPI), pueden ayudar a protegernos frente a dichos riesgos.
Exposición al calor
El cuerpo humano dispone de todo un sistema complejo que permite mantener la temperatura interna más o menos estable y entorno a los 37 ºC aproximadamente. Sin embargo, el organismo puede soportar temperaturas internas inferiores a 35 ºC o superiores a 41 ºC, aunque sólo durante períodos muy cortos de tiempo. Si excedemos estos límites, las funciones vitales empiezan a resentirse, y las consecuencias a las que se expone el organismo, pueden verse en la
Figura 1.
Las medidas preventivas habituales destinadas a la prevención del golpe de calor son:
● Evitar o limitar el esfuerzo físico durante las horas más calurosas del día.
● Poner a disposición de los trabajadores fuentes de agua potable próximas.
● Uso de ropa amplia y ligera, con la mayor permeabilidad al vapor de agua que sea posible, de forma que se facilite la disipación de calor por la evaporación de la sudoración
● Evitar beber alcohol o bebidas con cafeína, ya que deshidratan el cuerpo y aumenta el riesgo de sufrir enfermedades debidas al calor.
● Organizar ciclos de trabajo- descanso. En este sentido, es preferible realizar ciclos breves y frecuentes de trabajo-descanso que períodos largos de trabajo y descanso.
● Dormir las horas suficientes y seguir una buena nutrición son importantes para mantener un alto nivel de tolerancia al calor.
● Proteger la cabeza con casco, gorras o sombreros, según sea el trabajo realizado.
Si bien existe una serie de equipos destinados a la protección contra el calor, como aquellos que cumplen con normas como la EN ISO 11612 de protección contra el calor y llamas, o la EN 15614 de ropa de protección para bomberos forestales, debe entenderse que este tipo de prendas está destinada a ofrecer protección frente a entornos en las que existen fuentes de calor adicionales a las condiciones de verano, no existe ningún EPI específico para combatir los efectos derivados de la exposición a altas temperaturas ambientales propias del verano. En el caso de tener que utilizar vestuario de protección y otros EPI en condiciones estivales normales, estos equipos deberán tener la mayor capacidad posible de permitir el paso del vapor de agua, sin que ello menoscabe las propiedades protectoras.
Exposición a radiación ultravioleta solar
En España, durante los meses de verano, es frecuente que el índice que mide la intensidad ultravioleta procedente de la radiación solar oscile entre 8 y 11, son índices de exposición muy altos, a los que nos exponemos incluso en regiones del norte de España, y recordemos que ya que cerca del 80% de la radiación UV atraviesa el manto de nubes, estos serán los índices a los que nos expondremos en verano tanto si estamos en un día soleado, como si el cielo está encapotado.
Los efectos de la exposición a la radiación UV tiene efectos sobre la piel y sobre los ojos del usuario. En el primer caso, las consecuencias van desde la clásica quemadura solar, pasando por el fotoenvejecimiento, fotodermatosis y cáncer de piel. El cáncer de piel es la forma más frecuente de cáncer en todo el mundo, y su incidencia se dobla cada 15 o 20 años. Los mecanismos internos de la foto-carcinogénesis se desconocen, pero se puede involucrar la interacción de los fotones con el ADN, la ornitina decarboxilasa, las feomelaninas, el sistema inmunitario la exposición crónica la luz solar del tipo UVA UVB.
En el caso de la exposición ocular, los efectos van desde la fotoqueratitis y la fotoconjuntivitis (inflamación de la córnea y la conjuntiva por absorción de radiación UV la cual suele desaparecer en unos días), hasta el desarrollo de cataratas corticales.
Para la protección de la piel frente a la exposición a radiación UV, deberían usarse deben usar camisas de manga larga y pantalón largo (recordemos que la capacidad de transpirabilidad dee estas prendas es fundamental también). A falta de una norma de EPI específica destinada a la protección de los trabajadores frente a la radiación UV procedente del sol, la norma de tejidos EN 13758-1:2001+A1:2006 define un método de ensayo destinado a evaluar las propiedades de protección del tejido frente a la radiación UV solar.
Además de las prendas, el Anexo I del Real Decreto 773/1997 contempla las cremas y pomadas de protección como un elemento de protección de la piel. Paradójicamente, el uso de cremas fotoprotectoras de uso laboral está escasamente extendido en un país como el nuestro.
Al ser estos fotoprotectores un producto cosmético-dermatológico, están sujetos a la regulación del Reglamento (CE) No 1223/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre los productos cosméticos. En la utilización de estos productos, su eficacia depende de su correcta aplicación y reaplicación. En general, la cantidad a aplicar recomendada es de 2mg/cm2 sobre la piel.
Por su parte, la protección de los ojos de la radiación solar en el ámbito laboral, pasa por el uso de protectores oculares deberán incorporar filtros que cumplan con la norma EN 172. Este tipo de filtros, presenta un amplísimo número de grados de protección, relacionados con diversos niveles de protección asociados a la transmisión del filtro para la radiación UV, visible e infrarroja. Las escalas y los diversos usos se relacionan en la siguiente tabla:
Figura 2. Número y escala de utilización para filtros solares para uso laboral. Fuente: UNE-EN 172:1995
Una correcta selección y uso de los EPI que utilizaremos en este verano puede suponer una gran ayuda a la hora de prevenir los efectos indeseables, o en ocasiones, mortales, que se derivan del trabajo en condiciones de elevada temperatura ambiente y altos índices de radiación UV.